DÉJAME MARCHAR (Capítulo III)



La comida fue tranquila. Laura había estado comprando cosas de comida para casa durante toda la mañana y le conté la historia de Jack.


-Qué marrón, pobre Jack... tras lo de su madre...


Decidí ocultarle lo del espionaje. Laura era una mujer muy protectora y no iba a permitir que fuera, aunque yo aún no había tomado la decisión definitiva. Por un lado, probablemente Jack haría lo mismo por mí, pero por otro lado, el tema de la droga... no me daba ninguna buena espina.Había un hecho que muy probablemente iba a ser determinante en mi decisión: Estaba cansado de la rutina, necesitaba desconectar y algo de adrenalina iba a venirme bien.




***



''Vamos...cógelo...vamos Jack...''


-¿Sí?- alegré mi mueca al escuchar su voz.




-Jack, te ayudaré pero ni una palabra a Laura.



-¿En serio? ¡Gracias, sabía que podía confiar en ti!



Jack me contó el plan por teléfono, todo el proceso iba a ser llevado a cabo en el fin de semana. El padre de Jack salía cada sábado a las seis de la tarde hacia no se sabe donde, incógnita que teníamos que resolver.



La semana transcurrió rápidamente, el trabajo no fue especialmente duro y Laura me daba la felicidad que necesitaba. Probablemente debería empezar a pensarme lo del matrimonio. La quería, la amaba, no podía estar sin ella. De todas formas, tenía que inventar algo que me excusara estar fuera todo el fin de semana.



-Laura, este fin de semana hay una reunión importante en Ohio y tenía pensado ir con Jack.¿Qué te parece?



-Tengo que pensármelo...¿Puedo poner una condición?



-Dispara



-Que vayamos el siguiente mes tú y yo solos a ese hotel en la costa que tanto nos gustaba.



-¿Dónde hay que firmar?



Le di un beso a Laura y me acosté.





***





El viernes estaba especialmente nervioso. Laura había tenido un día duro en clase y apenas se percató de mi estado de inquietud.Tuvimos una charla insignificante de buenas noches y nos acostamos.



-Mañana comemos en casa de tus padres.



-Lo había olvidado...¿Llevamos algo?



-He comprado unas flores.



-¿Ves por qué te quiero?



-Buenas noches amor,descansa.




***





Mis padres vivían bastante lejos de Boston, en Philadelphia. Casa al lado del mar, relax, felicidad... solíamos ir a verles una vez al mes, normalmente para ir a comer. Los de Laura vivían en su ciudad natal, Londres, donde no gozaban de un clima especialmente bueno, aunque hasta donde estaba yo informado, no les importaba.



Comeríamos y volveríamos pronto a Boston ya que había quedado a las cinco en casa de Jack. Me llevaría la pequeña navaja que me regaló a mi padre por mis dieciséis años, por si acaso.



Partimos sobre la una de casa, el trayecto no era especialmente largo, unos veinte minutos.



-¿No te gusta sentir este olor a mar?



-Me encanta, como tú.



La casa de mis padres seguía como siempre: el mismo aroma fresco,la misma decoración,el mismo recibimiento...



La comida fue muy agradable. Mi madre había preparado un consomé de verduras y un Roast Beef, ambos exquisitos - Laura siempre me decía que como podía haber salido tan torpe en la cocina teniendo esta madre- y durante ésta, distraje mi mente de la cita de esa misma tarde.



-¿Cómo va la pesca estos días, papá?



-Pues si te soy sincero,esto ya no es lo que era...Tampoco salgo mucho la verdad...



Mi padre estaba jubilado, y tenía todo el tiempo del mundo para su hobby, la pesca. Que de veces habíamos estado pescando en alta mar con nuestra vieja barca...



-¿Y tú,mamá? ¿Qué tal con las amigas y las cartas?



-Muy bien, muy bien la verdad.



Mi madre también estaba jubilado, debido a una operación de cadera hace unos años, no podía hacer deporte, pero se entretenía con sus amigas jugando a las cartas.



Durante la comida, tuvimos tiempo para repasar toda la actualidad del mundo, y nuestros temas más personales.




Tomamos el habitual té con sus pastas y partimos para Boston.



En el coche llevaba la mochila, iba a instalarme en casa de Jack durante un par de días para llevar a cabo la ''misión'', así que le pedí a Laura que me dejara en casa de Jack:





-Llámeme en cuanto puedas.



-Laura, son solo un par de conferencias, no te preocupes de nada.



Odiaba mentir a Laura, pero tampoco me apetecía dejar de lado a Jack, y si le contaba a Laura el plan, podía olvidarme de ayudar a Jack.



Laura se bajó del coche al mismo tiempo que yo tocaba el timbre de la casa.



-He aparcado en el descampado, al lado del coche del padre de Jack, no molestará, ¿no?



-Para nada.



Jack nos abrió la puerta, eran las 4 y nos comentó que su padre estaba durmiendo.



-¿Pasas? - le dije a Laura



-No, no. Ya me marcho. Adiós Jack, saluda a tu padre de mi parte. Adiós Adam.



-Hasta luego - contestamos al unísono.



Subimos a la habitación de Jack, donde nos pusimos a repasar el plan en voz baja.



-A ver, mi padre sale de casa normalmente a las 6 y no sé a donde se dirije. El sábado es el día que más fuma, y por eso te he dicho de venir hoy. El plan es seguirle allá donde vaya con el coche.



-¿Con qué coche? Ya conoce tanto el tuyo como el mío...



-Ya había pensado en eso. ¿Conoces a Barney? ¿El que tiene la pierna rota desde hace un año?
El vecino que siempre me invitaba a todas sus fiestas, es buena gente. Le he pedido prestado el coche, ya que nunca lo saca del garaje.



-Tu padre reconocerá el coche...



-No, el coche es nuevo, de segunda mano. La pierna se la rompió en un accidente con el otro coche, que quedó para el desguace. Desde entonces, aún no ha podido conducirlo.



-En los trabajos de clase no estabas tan implicado, ¿eh, cabrón?



-Ja, ja, ja calla hombre, que esto es serio.



Bajamos a tomar algo a la cocina. Me ofreció una cerveza y empezamos a recordar tiempos pasados.
De pronto apareció el padre de Jack:



-¡Hombre! Mira quien tenemos por aquí.



-¿Cómo va señor Taylor?



-Vamos envejeciendo poquito a poco ja, ja, ja. Vas a pasar aquí unos días, ¿no?



-Así es.



-Como siempre, encantado de tenerte por aquí.
Jack, me subo a la habitación. ¿Vais a hacer algo?



-Teníamos pensado salir a dar una vuelta, sobre las 6.



-Pues como yo, ¿os acerco a alguna parte?



-No no, iremos andando -mintió Jack.



Me acerqué a la habitación de Jack a dejar mi maleta para la ocasión. Volví y escuché al señor Taylor subir por la escalera. Miré el reloj, eran las 5 y media, así que debíamos empezar a prepararnos. Seguimos charlando y se hicieron las seis.



-Hasta luego jovenzuelos, no volváis muy tarde.



A pesar de los últimos encontronazos de Jack y su padre, su relación era relativamente buena, no había mucha comunicación, pero no daban muestras de disconcordia.





Escuchamos al padre de Jack arrancar el coche y partir. Era nuestro momento.



Salimos por la puerta trasera, cerramos y nos dirijimos al coche. De pronto, nos encontrábamos siguiendo desde unos 100 metros al señor Taylor.



-Creo que se dirije al Tobacco Road.



El Tobacco Road era un bar situado en pleno centro de Miami. Recubierto por una capa verde de pintura, ofrecía un aspecto más bien pobre, aunque, gracias a la música en directo y la zona en donde estaba situado, atraía a bastantes clientes.



Aparcamos al lado de una frutería y nos quedamos en el coche, esperando de nuevo a que saliera para seguirle haya donde fuera.



El tiempo pasaba y no podíamos saber con quién estaba el padre de Jack reunido en el bar, detalle que podría ser importante para descubrir de donde sacaba la droga.



-Voy a salir a mirar, echaré un vistazo y volveré. Tranquilo, no me verá.



-¿Estás seguro,Adam?



Asentí y me bajé del coche. El bar quedaba a unos 30 metros del coche. Me asomé a la puerta y busqué entre las mesas la cazadora del señor Taylor. No tenía pensado entrar, pero al no ver en primera instancia al señor Taylor, no me quedaba más remedio.



-Buenas tardes, ¿no va a sentarse?



-Buenas. No, estaba buscando a alguien.



-Aquí no quiero problemas.



-No, tranquilo.



Olía a tabaco. Fuertemente a tabaco. Era difícil ver a alguien sin un cigarro en mano. Seguí avanzando sin alejarme de la barra, y mi vista empezó a alcanzar la terraza. Ahí estaba. Sentado junto a cuatro personas, con su cazadora. Hacía calor para ser Abril y no entendía el motivo por el cual el señor Taylor llevaba una prenda de abrigo. Volví a centrarme en su mesa, y observé que uno de ellos pedía la cuenta. Me apresuré a salir del bar y llegué al coche.


-Están pidiendo la cuenta, ya salen. Estate atento.

Comentarios

Publicar un comentario