Entre lusco e fusco



Galicia tiene una expresión para el momento en que el Sol se marcha para dejar paso a la Luna. Es un momento muy corto, porque realmente es una pequeña transición entre el día y la noche, entre la luz solar y la luz lunar. La magia de la expresión, para mí, reside en que en castellano no tenemos una palabra para definir ese momento. En la lengua de Cervantes, la Luna juega un papel secundario.
El Sol, astro mayor, domina el “Sistema Solar”, llamado así gracias a su presencia. Cuando aparece a primera hora de la mañana, con los gallos, le denominamos amanecer; cuando se marcha, anochecer o puesta de sol. Tiene un nombre concretol a su llegada y su huida. Y, sin ir más lejos, es una estrella que pertenece a todos los planetas de nuestro sistema, una estrella que todos compartimos. Eso nos convierte en algo “Solcéntricos”, ¿verdad?
La Luna, sin embargo, luce cada noche en nuestro cielo sin hacer ruido. Es sólo nuestra, de la Tierra, nuestro satélite, y apenas le damos una mínima atención en comparación con el Sol. ¿Cómo se dice cuándo aparece la Luna a primera hora de la noche? ¿Y cuándo se marcha? No existe, por lo menos en castellano, una expresión para dichos momentos.
A terra das meigas siempre tendrá la magia especial de aquellos que supieron ver en los cráteres lunares lo que el resto no fuimos capaces de ver más allá del Sol. Galicia siempre será el lugar donde la Luna tiene su propio amanecer, donde aquello que otros jamás podrán vivir, ocurre entre lusco e fusco.

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